Surf and Art are Nicolas Caubarrere’s ways of life while he visits serenely and relaxed some beach on the Pacific Ocean.He seems to need nothing more than his oils and brushes while he gets lost in the continuous movement of a turquoise colored sea. That same sea that seems to be “heard” when one looks at some of his paintings. His days are spent between sand and surf, under some remote sun,the same that shines in Punta del Este and Hawaii, where he lives,and creates his paintings,enjoying his present time of surfer and artist together with his wife Soledad.

Caubarrere was born in Uruguay and remembers when he was a kid,moments lived together with his grandfather Enrique Gomensoro who owned an auction house where he usually dealt with very important paintings of national and international artists.Nicolas is a selfmade artist ,starting very early to paint surf scenes,way back to the 1980’s when SurfArt was not so common.He was very interested in Rick Griffin’s work, a Californian artist who use to travel the world surfing and painting.Nicolas therefore went to Hawaii, together with Soledad that shares his love for that style of life and later started a pilgrimade through the Polinesian Islands.He was influenced by the Polinesian culture and his work shows many of those paradisiac corners of the South Pacific ocean where one can always discover some solitary spot,inviting us to get into the sea and purify our mind.

It’s a sort of pilgrimage following the Pacific ocean currents from Southern California to the whole of the Hawaiian Islands where he has a part time living base and from there to the Frendh Polinesia,inspired in legendary names like Captain Cook and Paul Gauguin.Admiring the Polinesian culture,his work visits every island always looking for surf and inspiration.

Today, Nicolas Caubarrere is invited by the Meridien for a second exhibition, until the end of august 2008.

Caubarrere est né en Uruguay et se souvient quand il était enfant, des moments vécu avec son grand-père Enrique Gomensoro qui possédait un maison de vente aux enchères où il avait l'habitude de vivre avec des peintres très important aux niveaux national et international .Nicolas est un artiste autodidacte,très tôt poil peint  des scènes de surf, vers les années 1980 , lorsque SurfArt n'était pas si repandu. Il a été très intéressé par le travail

de Rick Griffin , une artiste californienne qui utilisent pour voyager le monde de surf et painting.Nicolas est donc allé à Hawaï, en collaboration avec Soledad qui partage son amour pour ce style de vie et, plus tard, a commencé par un tour des îles de la Polynésie,partageant ainsi son temps entre les plages de Hawaii, de Tahiti et d'Urugay.

Surf et art  sont le  mode de vie de Nicolas Caubarrere, alors qu'il visite serein et détendu les plages du Pacifique . IL semble n'avoir besoin de rien de plus que ses huiles et pinceaux alors qu'il se perd dans le mouvement continu d'une mer de couleur turquoise. Cette même mer qui semble être "entendu" lorsque l'on se penche sur quelques-unes de ses peintures. Ses jours sont passé entre le sable et le surf,  la même qui brille à Punta del Este et à Hawaï, où il vit et crée ses tableaux,  avec sa femme Soledad.

Aujourd'hui, pour une deuxième fois, Nicolas est invité à exposer à L'Atelier de Le Meridien Hotel à Tahiti et vous invite à partager sa passion pour l'art.

Nicolás Caubarrere exhibition at L´Atelier Le Meridien, Tahiti.

¿Qué es el arte? ¿Quién decide qué es una obra de arte y qué no lo es?

En este punto, hasta los expertos tienen problemas para encontrar una definición, ya que el arte “es algo fácil de reconocer, pero difícil de definir”, como dicen algunos.

Un claro ejemplo fue la ocasión en que los dueños de un lujoso hotel de Paris pidieron a Salvador Dalí que dedicara al establecimiento una obra de arte. Aceptando esta solicitud, el famoso artista español tomó un cascote de la calle, lo estrelló contra la puerta de vidrio del complejo y luego con un pincel escribió: Salvador Dalí; firmando así la obra que había creado. Otro caso es el del controversial Marcel Duchamp, cuando en una exhibición de alto nivel presentó un urinal común y silvestre como obra de arte. Más tarde, en el 2004, esta pieza fue elegida por más de 500 expertos como la obra de arte más influyente de todos los tiempos (por encima de Picasso y Andy Warhole).

Estos ejemplos demuestran que cualquier cosa puede ser arte, y no en vano muchas veces se ha utilizado este término para intentar definir al surfing. Algunos le buscan una complicada vuelta, diciendo que es un hombre que dibuja una línea sobre un lienzo de agua en movimiento; pero el verdadero vínculo que tienen el surf y el arte recae en que ambos representan una forma de expresión de la persona.

El artista dibuja, pinta, esculpe, o compone aquello que lo inspira, y muchos son los encuentran esta inspiración en surf, dando lugar a lo que se conoce como “Surf-art”. El registro más antiguo que se tiene del mismo, data hace más de tres mil años en las costas de Perú, donde culturas pre-incaicas nos dejaron tallados en vasijas de cerámica a hombres de pie sobre tablas de madera o sobre los famosos caballitos de totora, surcando las olas del Pacífico. Más allá de estos tempranos comienzos, generalmente se le atribuye a John Severson (fundador, editor y escritor de la revista Surfer, fotógrafo, cineasta y artista) ser el creador de lo que hoy se conoce como Surf-art. Severson obtuvo una maestría en arte y trabajó en publicidad durante algún tiempo. Para 1954 ya vendía acuarelas y óleos que retrataban olas perfectas; y en 1960 cuando salió el primer número de la Surfer, varios de sus dibujos adornaban aquellas legendarias páginas. En 1971 vendió la revista y se mudó con su familia a Maui, dedicándose de lleno a las dos cosas que más amaba: pintar y a surfear. Desde entonces el Surf-art ha crecido mucho. Continuamente encontramos exposiciones del mismo en algunas de las galerías y museos más importantes del mundo, muchas de las cuales son en ciudades totalmente alejadas del océano. Hoy, bajo el término de Surf-art podemos encontrar obras que van desde lo más figurativo hasta el surrealismo, siempre relacionadas por un tema en común: todo lo que tenga que ver con el surf. Pero como decíamos al principio, las definiciones no son lo importante en el arte; lo que importa es lo que la persona trata de expresar: el magnetismo del océano, la tranquilidad y la paz que vienen después de un buen día de surfing, las cosquillas en la barriga al bajar una bomba, el sentimiento inexplicable de estar adentro de un tubo… No hay forma de decirlo, quizás con una foto, una canción, un cuadro. En general, una vez que el surf nos atrapa, las olas pasan a ocupar el primer lugar de esa lista de prioridades que cada uno tiene. Esto lleva a que el sueño de muchos de los que aman el surfing, sea vivir de algo que esté relacionado con el mismo; algunos lo intentan poniendo un surf shop, otros prueban shapeando, también están los que buscan el camino del surf profesional, los fotógrafos, etc.

Una buena forma de hacer realidad este sueño fue la que encontró Nicolás Caubarrere. Para ella, lo que se necesita es no solo disfrutar del surf y amar el océano, sino sobre todo, tener toneladas de talento con el pincel y la paleta de colores. Nicolás es un artista uruguayo dedicado enteramente al Surfart. Comenzó a pintar las olas en los 80 y desde ahí no se detuvo hasta el día de hoy. Gracias a su arte ha podido visitar algunas de las playas más paradisíacas del mundo, siempre con los pinceles en la valija y la tabla bajo el brazo; optando entre pintar o surfear según el grado de inspiración y las condiciones del mar. Hawai, Tahití, y California son algunos de los lugares donde se exhibieron sus pinturas y donde encontró nuevas olas y otros colores para plasmar en sus cuadros. A pesar de que viaja por el mundo durante gran parte del año, su hogar se encuentra en Punta del Este. Vive, crea y expone en una casa de dos plantas, donde en el piso de abajo funciona el Atelier de la Barra (su galería abierta al público), y desde arriba se puede ver quebrar La Boya, La Posta, La Martínez y La Boca de la Barra. En sus cuadros intenta dar una visión bien surfera del mar; los caminos que nos llevan a una rompiente increíble, un pico perfecto quebrando para ambos lados, una izquierda tubular despeinada por el viento de tierra o el lienzo entero envuelto en un tubo cristalino. Como dice Nicolás: “Para pintar el mar y lograr su movimiento, debes vivirlo desde adentro”.

Secuencias marinas y playas silenciosas llenan de intensidad los cuadros de Nicolás Caubarrere, que muestran con excepcional realismo el juego de las olas perdiéndose en su baile infinito. El agua y el cielo, climas que atrapan en cada trazo.

Elmar, esa noblemusa azul

Secuencias marinas y playas silenciosas llenan de intensidad los cuadros de Nicolás Caubarrere, que muestran con excepcional realismo el juego de las olas perdiéndose en su baile infinito. El agua y el cielo, climas que atrapan en cada trazo.

El mar, esa noble musa azul

El surf y el arte como filosofía de vida, esa que transcurre tan tranquila y serena en alguna playa del Globo. Con sus óleos y pinceles Nicolás Caubarrere pareciera no necesitar nada más, mientras se pierde en el movimiento continuo de un mar turquesa, ese mismo que pareciera escucharse cuando uno se deja envolver por alguna de sus obras. Sus días se suceden entre la arena y el agua, bajo algún sol remoto, o el mismo que brilla en Punta del Este, donde vive, crea y goza de su presente surfero y artístico junto a su mujer Soledad, compañera de ruta, esa tan paradisíaca y particular.

Caubarrere nació en Uruguay y su relación con el arte se remonta a los días de su infancia; algunos recuerdos traen a la memoria momentos vividos junto a su abuelo, Enrique Gomensoro, quien en Montevideo remataba obras de arte de grandes pintores de firma, o de aquellos lápices y carbonillas que lo acompañaban a sol y a sobra, convirtiendo su paso en una ráfaga de color y expresión. Autodidacta desde siempre comenzó a pintar olas y escenas surferas a principios de los ochenta “cuando el SurfArt no era muy común”, dirá élmás tarde. Tentado por la obra de Rick Griffin, un artista californiano cuya vida se basaba en pintar, viajar y surfear por el Pacífico, decidió seguir sus pasos y hasta allá voló; se instaló en Hawai junto a Soledad, con quien comparte el amor por el mismo estilo de vida, y comenzaron juntos un peregrinaje que los llevó por las playas de esemar del oeste. Buscando olas pasaron los años y la obra de Caubarrere tomó fuerza y reconocimiento. Sumó amigos y seguidores, que lo invitaron a participar con éxito en ferias y exhibiciones internacionales, a las que actualmente sigue concurriendo con muchísimo placer.

Hoy Nicolás hace base en Punta del Este, donde tiene su casa y atelier, lugar que nutre su obra y plantea nuevos desafíos cada vez que se enfrenta a la tela. El azul predomina, no hay dudas, como el mar en todas sus formas, que rabioso baila al son de su propia melodía en cada una de las escenas que él mismo crea. El óleo es el gran protagonista de sus cuadros, material que utiliza “porque te permite corregir errores, o si querés, dejarlos; es muy maleable”, cuenta desde su refugio, ese taller grande y luminoso, orientado al sur, con vista al mar, y desde donde puede avistarse La Boya (un punto que pintó ya varias veces) y La Boca de La Barra. Fluye la buena energía, eso se siente ni bien uno cruza las puertas de vidrio. Caótico en su justamedida los cuadros pelean por su espacio, quemuchas veces pierden cuando llega alguna nueva creación. Es que así sucede aquí, donde el mar es quien dicta los tiempos. En este mismo lugar Nicolás vive y expone. Su casa y el ya conocido Atelier de La Barra, su galería de arte abierta al público que inauguró hace once años, ocupan una pintoresca y amplia esquina donde termina La Barra, sobre la ruta 10. Pionero en el concepto, el artista explica: “Elegimos el nombre atelier porque en Punta del Este había galerías o talleres de pintores. Como queríamos presentar lo nuestro con un nombre original le pusimos Atelier de La Barra. Después, con el tiempo, esta palabra empezó a usarse para otros talleres”. El 2000 fue un año de crecimiento y expansión; Caubarrere abrió las puertas de su Atelier de la Barra en Argentina, precisamente en San Isidro, sobre Dardo Rocha. Hoy una vidriera, chiquita y vistosa, invita a acercarse y espiar por un rato su colorido mundo de olas y mar. ¿Cómo definirías tu arte? Lo definiría como arte marino y surfero, siempre a donde llego busco una olita quebrando en algún lado. ¿Qué sumó el surf a tu obra? Para pintar el mar y lograr su movimiento debés vivirlo desde adentro, es como una comunión. Los cuadros transmiten la sensación de estar en ese lugar, en ese instante. ¿Te acordás del primer cuadro que hiciste en Hawai? Cuando llegué a Hawaii pinté la Kam Highway (ruta de entrada al North Shore). Ese cuadro ganó un premio y me hizo miembro de la Asociación de Pintores de Hawaii (AHA); la gente lo veía y se transportaba, era como si hubiera vivido ahí toda la vida, hasta decían que se sentía el ruido de las olas quebrando a lo lejos. ¿Cambió tu obra al tomar contacto con el Pacífico? Sí, fue cambiando en cuanto a color e intensidad; vivir en Hawai y en el resto del Pacífico agregó mucho color y fuerza a la pintura, es increíble la explosión de color por esos lados. ¿Cómo es la relación hoy de tu arte con estas playas? Hoy expongo en forma permanente en Hawaii desde hace seis años. El año pasado pasamos por La Polinesia Francesa, Tahití y sus Islas donde vieron mis obras y me organizaron una muestra para este año de la que acabamos de llegar. Siempre viví en el mar y en sintonía, lo que fue una fuente de energía increíble e inspiradora para mi estilo de pintura, que además me gustaba compartir con los demás. ¿Cómo influye en tu pintura vivir en Punta del Este? Hace ya once años que vivo en Punta del Este, y eso influye en la pintura ya que es lo de todos los días, pinto lo que vivo y lo que me rodea, y me siento local en cualquier lado que voy, eso se refleja en los cuadros. ¿Cómo son tus momentos de inspiración y creación? El momento creativo no es muy distinto al de todos los pintores, es como un set de olas, tomás una que viene y dura un tiempo y después tenés que esperar al próximo set; ese momento de espera sirve para pensar en diferentes proyectos o en nada, la música ayuda a lograr el clima en cada uno de mis cuadros. ¿Cómo haces para pintar siempre elmar y no repetirte en las escenas? Trato de darle diferentes enfoques, parecería difícil ya que es una sola temática, pero el desafío está en hacerlo de diferentes ángulos, ya sea que estés en el agua, entubado, o desde la orilla. ¿Qué buscás transmitir en tus obras? Lo quemás disfruto es que quien vea los cuadros comparta lamisma energía y que sienta un respiro, se nota porque se detiene un buen tiempo frente a la obra como si la estuviera viviendo. ¿Por qué en tus paisajes no hay personajes? En los cuadros la persona no está ausente, sino que observa desde afuera, y no compite con la escena; en algunos participa dentro de la obra pero no en general. ¿Te gusta variar de soporte? ¿Pintás sobre diferentes superficies? A veces uso el cartón corrugado para crear efectos u otros materiales, hoy estoy probando sobre el epoxy, nuevo material para tablas de surf ya que el foam de la tablas tradicionales permite solo el acrílico como medio a través del aerógrafo. Para esto necesito gran espacio ya que el proceso es más delicado y el soporte es distinto al de la tela común. ¿Qué pensás que busca la gente cuando compra un cuadro tuyo? No sé, quizás el lugar ideal, la ola que quisieran tomar, el olor a mar... Y con ellos mantenés una relación bastante particular… La gente es excepcional, muchos clientes son amigos y algunos no conocidos pasan a ser amigos. Les gusta ver lo que hacés y hablar un poco, a veces terminamos yendo a comer y hasta pasando un año nuevo en su casa. Además de pintar, ¿de qué otras cosas disfrutás? Me gusta bajar a la playa, escuchar música, hacer un asado, ver el atardecer y descubrir lugares nuevos. ¿Tenés rutinas de trabajo? No creo en la rutina, sí hay un orden de trabajo, pero no es tan estricto ya que si no estás inspirado no hay vuelta, nada sale. ¿Qué planes hay para el año que viene? El año que viene volvemos a Hawaii como todos los años y a Tahití, y si es posible, a Australia, Nueva Zelandia y Fidji donde nos invitaron con un nuevo proyecto. Por lo tanto creo quemi año debería sermás largo, así los invito a todos a que visiten el Atelier de La Barra…

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